La Enterprise Ethereum Alliance (EEA) es un consorcio blockchain creado a finales de febrero de 2017 por la Fundación Ethereum, junto con empresas especializadas en blockchain, bancos como JP Morgan, Banco Santander o BNY Mellon y diversos gigantes empresariales, como Consensys, Accenture, la petrolera BP, Intel, Cisco o Microsoft.

En total, 30 miembros iniciales con un objetivo común: aplicar la tecnología blockchain de Ethereum al mundo empresarial, desarrollando estándares de mejores prácticas, seguridad, privacidad, escalabilidad e interoperabilidad.

El consorcio, que ya generó gran expectación en el momento de su lanzamiento, triplica ahora su tamaño con la adición esta semana de 86 nuevos miembros de sectores y países muy diversos.

La Enterprise Ethereum Alliance incorpora 86 nuevos miembros

Con la nueva ampliación, la EEA pasa a tener ya 116 miembros, alcanzando una talla similar al de otros proyectos con más recorrido como el ya conocido Hyperledger, impulsado por la Fundación Linux.

Entre las nuevas incorporaciones destacan:

  • Sector financiero: Mitsubishi UFJ, National Bank of Canada, DTCC, Broadridge o Rabobank.
  • Otros sectores: gigantes como Samsung, Toyota o la farmacéutica Merck.
    Startups especializadas en blockchain: BlockCypher, DigixGlobal, Gem o Etherisc.
  • Instituciones: por ejemplo, el Departamento de regulación profesional y financiera de Illinois, organismo que supervisa a las empresas con licencia en el estado estadounidense.

Y al parecer, la iniciativa aún no ha tocado techo. Según señaló Andrew Keys, jefe de desarrollo de negocios globales de ConsenSys, para CoinDesk, el consorcio ya está negociando la entrada de nuevas empresas, por lo que podría producirse una nueva ampliación este año.

Para Keys, la amplia diversidad de los nuevos miembros deja entrever que la iniciativa podría generar disrupción en numerosos sectores más allá del mundo financiero.

De hecho, predice que la EEA podría dar lugar a inesperadas colaboraciones entre sus miembros y que, como consecuencia, podríamos empezar a ver mercados multilaterales en los que los bancos no sólo operarían entre sí, sino que podrían convertirse en empresas de software para acercarse a sus clientes y mantener una relación fluida con ellos.

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